Ahonda profundamente en cada corazón y lo encontrarás: un anhelo de significado, una búsqueda de propósito. Tan cierto como que un niño respira, algún día se preguntará: ¿Cuál es el propósito de mi vida?
Algunos buscan el sentido en una carrera. “Mi propósito es ser dentista”. Buen trabajo, pero una mala razón para vivir. Eligen ser “hacedores” humanos en vez de “seres” humanos. Lo que son es lo que hacen; por consiguiente, hacen mucho. Trabajan muchas horas porque si no trabajan, no tienen una identidad.
Para otros, lo que son es lo que tienen. Encuentran el sentido en un automóvil nuevo, o una nueva computadora portátil, o ropa nueva. Estas personas son buenas para la economía y duros con el presupuesto porque están siempre buscando el sentido en algo que poseen.
Algunos prueban deportes, películas, drogas, amigos, sexo, cualquier cosa. Todo ello son espejismos en el desierto del propósito.
¿No deberíamos mejor hacer frente a la verdad? Nuestro propósito es amar a Dios. Ninguna otra cosa nos dejará satisfechos.